Cuando estamos en el mundo del desarrollo humano creemos que caminamos hacia la alegría permanente; vemos a un capacitador, un conferencista como un ser iluminado y no imaginamos que fuera de cuadro, o abajo del escenario, también tiene una vida con altibajos y pruebas por superar.
Digo esto pues en distintas ocasiones me han preguntado: “¿De verdad ya superaste la ceguera?” … y mi respuesta es que sí, aunque eso no significa que en algún momento entre todos estos años no haya deseado ver o me haya sentido vulnerable por eso. ¿Te ha pasado? Yo sé que sí… quizá hayas tenido que trabajar muchísimo para superar un duelo de separación, una enfermedad, un cambio… y quizá la mayoría del tiempo tu situación emocional esté entera. Sin embargo, hay momentos en los que flaqueas y te preguntas: “¿entonces no lo superé?”
¡Lo superaste, no tengas duda!
El problema es que entre tanta información, entre tantas ideas de alegría perpetua, nos han hecho creer que lo superado no vuelve a lastimar… pero es completamente normal que esto suceda pues, como pasa con las cicatrices de heridas físicas, la “piel” de una herida emocional también es más delicada que el resto. Sobre este tema, quiero compartirte algo que me sucedió hace un tiempo.
La historia del Rey León.
Si eres cinéfilo, recordarás que hace poco tiempo se estrenó la película “El Rey León”. Era un suceso mundial, pues se trataba de una nueva versión, con leones y jirafas y “timones” y “pumbas” de verdad. Yo, como todos, tenía ganas de ir al cine… y lo hice.
Llegamos a la sala, con los suficientes snacks para disfrutar la función; tomamos nuestros lugares y la película comenzó. Lo primero fue la música: el sonido de “El ciclo sin fin” salía por todas las bocinas y los asistentes estábamos emocionados… pasaron las escenas del pequeño Simba y su familia. De pronto, cada uno de los diálogos me hacía sentir un frío incómodo, ese frío que sale desde el corazón y no puedes quitarlo con nada. ¿La razón?: recordé que muchos años atrás yo había visto esa película… ¡la había visto de verdad! Recordaba los dibujos animados, el cielo hecho por Disney… ¿por qué no podía verlo ahora?… y me derrumbé.
¿Por qué me sentía mal, si hacía casi 20 años que tenía ceguera? Sencillo: porque mi mente relacionaba aquella música con algo que sí había visto antes… por supuesto que tenía ganas de ver… ver la pantalla, averiguar qué tan diferente eran las imágenes de las que recordaba…me dolió bastante y más porque yo era el conferencista, el que daba consejos, el que decía que las situaciones podían superarse… y este fantasma venía después de 20 años a decir que todavía estaba presente.
Tuve que fingir que estaba triste por ==SPOILER== la muerte del papá de Simba. Cuando compartí esto, días después, una persona muy sabia me soltó esta frase: “¿quién te dijo que no volverías a llorar?”
Hoy quiero traerte esta misma frase, para que no te preocupes si algo vuelve a doler; tal vez te lastime el recuerdo de algo ya superado, pero pasará. Unos días después yo estaba como nuevo, listo para las siguientes aventuras y maravillándome ante el mundo con los ojos cerrados, sin reclamos… sin dolor. Quizá estas situaciones pasen como una prueba de la vida… y te digo: confía, la superarás, porque ya lo has hecho antes… y te levantarás las veces que sea necesario, porque tienes la fuerza para hacerlo. Solamente no te frustres, no te desilusiones de ti… quizá vuelvas a llorar por una cicatriz que se abre, pero con estas letras te digo que también volverás a sonreír, a disfrutar… a vivir al máximo.
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